Publicado por Admin en 15/08/2017 Quiero recordarles que todos somos responsables de las vocaciones sacerdotales, desde la promoción, tanto en lo visible de las actitudes pastorales, como en lo invisible de la íntima unión con Cristo. Es necesario acoger las vocaciones con ternura y con carácter, ayudándolos a mirar la vocación como un don, sin quejarse, sin la búsqueda de la excesiva comodidad, más bien, en la vivencia de la gratuidad; con la conciencia clara de que todo lo que se recibe viene de Dios